Los hospitales madrileños vieron su capacidad sobrepasada durante los primeros compases de la pandemia. A fin de reducir la presión de estos complejos sanitarios y aumentar la capacidad de camas disponibles para pacientes con Covid-19, la Comunidad de Madrid habilitó hoteles medicalizados en los que alojó a personas contagiadas con una evolución favorable. Clece gestionó la desinfección del primero de estos recintos y continúa prestando este servicio en tres de los que están operativos.
El primer hotel sanitarizado que puso en marcha el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) fue el Ayre Gran Hotel Colón, que abrió el 19 de marzo para atender a pacientes derivados de Atención Primaria, Salud Pública y del Gregorio Marañón, su hospital de referencia. No ha cerrado desde entonces y Clece se encarga de la limpieza y desinfección de sus 164 camas, además de las zonas comunes.
Ahora, la empresa tiene asignada también la desinfección del NH Leganés, que puede dar cobertura hasta a 120 personas con sintomatología leve llegadas bajo prescripción médica desde el 12 de Octubre, el Severo Ochoa y otros hospitales del sur de la región. Asimismo, desinfecta a diario el Hotel Vía Castellana, en Madrid, que cuenta con 222 camas y tiene a La Paz como hospital referente.
Clece asiste al Sermas como proveedor del servicio de limpieza ordinaria desde el año 2013. Sanidad le ha encomendado esta prestación en hospitales como el Ramón y Cajal, La Princesa o el Niño Jesús, entre otros, por lo que poseen amplia experiencia en higienización hospitalaria, para la que emplea cañones de ozono y el robot Xenex, que utiliza tecnología de desinfección por luz ultravioleta capaz de eliminar el Covid-19 en un 99,99 por ciento y en tan solo 2 minutos. “En los momentos más críticos de la pandemia hemos gestionado la desinfección de 29 hoteles medicalizados, 12 para pacientes y 17 para personal sanitario, lo que nos ha exigido mucho músculo en formación y selección de personal”, expone Gonzalo Calvín, Director Regional Centro de Interiores y Logística de Clece.
Protocolos milimétricos
La empresa ha implementado exhaustivos protocolos para reducir al mínimo el riesgo de los empleados. En el mismo han intervenido sus biólogos, expertos en medicina preventiva, así como el área de Prevención de Riesgos Laborales. Los supervisores y equipos de Calidad han participado en la instrucción de los profesionales. “Hemos impartido formación in situ en centros de trabajo para enseñarles cómo limpiar y cómo protegerse”.
Así lo atestigua Cristian Camilo Rodríguez, auxiliar de limpieza en el Ayre Gran Hotel Colón. “Hemos recibido un curso de capacitación por parte de Clece en el que nos explicaron las vías de transmisión de la Covid-19, cómo podíamos prevenirnos e insistieron en el autocuidado”, comenta. Además, para garantizar su seguridad, la empresa realiza test a la plantilla con asiduidad. “Yo tuve el miércoles la serología, nos mantienen en supervisión”, añade el trabajador.
Dentro del hotel, los protocolos son estrictos. Antes de acceder al mismo, los empleados deben lavarse las manos, desinfectarse las suelas, cambiarse de ropa y colocarse una mascarilla nueva. También se ponen el EPI, compuesto por bata, guantes, careta plástica, gorros y calzas. Tras este proceso, comienzan su jornada. La desinfección es 24 horas, con turnos de mañana, tarde y noche.
En las habitaciones pasan la cuarentena personas con la infección activa, por lo que la exigencia en la higienización es máxima. Por ello, se desinfectan todos los utensilios y superficies que hayan podido tocar, como interruptores, tiradores, el mando de la televisión, la nevera y otros equipamientos. “Mientras se actúa sobre la habitación, se pide al paciente que espere en el baño y al revés”, indica Gonzalo Calvín.
Se emplea material desechable “para evitar la contaminación cruzada” y se limpia “de dentro hacia afuera y utilizando las ocho caras de la bayeta para que no se arrastren posibles restos del virus”, detalla el director regional de Limpieza de Clece. Además, se ponen en práctica técnicas propias de la limpieza hospitalaria, como barridos húmedos y fregado con productos desinfectantes, en este caso con lejía, con propiedad antivirucida e incluida en la lista homologada por el Ministerio de Sanidad.
Según manifiesta Cristian Camilo, auxiliar de limpieza en el Ayre Gran Hotel Colón, todos los utensilios se preparan “antes de acceder a la habitación para no entrar y salir y no mantener la puerta abierta”.
Cuando no hay paciente en el interior de la habitación, la limpieza que se realiza es aún más rigurosa, cuidando el mínimo detalle. “Desinfectamos paredes, techo, el colchón, las cortinas, las ventanas, las puertas, cualquier ángulo en el suelo”. Además, los profesionales de Clece también acometen los trabajos de desinfección relativos al cierre definitivo de los hoteles medicalizados. Para ello, emplean incluso nebulizaciones a fin de entregar la instalación a los propietarios en condiciones óptimas.
El lado humano que sobresale en el trabajo
Cristian Camilo sostiene que afronta esta experiencia laboral “con positividad”, aunque no niega el miedo de las primeras semanas, cuando se desconocía la naturaleza del virus y “no quería ni acercarme a los pacientes”. Hoy tampoco lo hace, en sentido literal, pero sí ha creado ciertos vínculos emocionales guardando la distancia.
Del temor inicial a contagiar a su familia y el “desgaste mental” que eso le produjo ha pasado a tomarse su trabajo “con más calma” y a tratar de amenizar la estancia a los pacientes. Se ha mentalizado de que está “muy protegido” y comienza a interactuar con los internos. “Trato de no molestar y si no quieren tener una conversación solo les deseo un buen día y que se mejoren”, relata. A aquellos que sí se muestran proclives a esa breve charla, los escucha y anima. “Si los veo angustiados, les hablo, les digo que esto es pasajero y que se tomen este tiempo para reflexionar qué pueden dar mejor de sí mismos cuando todo acabe“, relata.
El profesional sabe que “sería preferible trabajar como mozo de almacén” o en cualquier otro puesto que no entrañe riesgo alguno, pero cree que así está colaborando y “haciendo algo bueno por el país”, al que llegó desde Colombia hace apenas año y medio. No solo lo considera sobre sí mismo, sino sobre todos sus compañeros del área de limpieza y de los enfermeros y resto de personas con las que convive en los hoteles medicalizados. “Nos dedicamos al trabajo y a dar calor a los pacientes”, reivindica.
Gonzalo Calvín destaca que, más allá de los 25 años de experiencia de Clece en la limpieza de hospitales, la “parte humana” se ha erigido como uno de los factores “clave” en el éxito de la compañía en un tiempo tan complicado. “Hemos querido tener proximidad con nuestros equipos, con una presencia en campo continua de los responsables para que nuestros trabajadores sintieran que estábamos todos involucrados porque era una gran responsabilidad”, remarca. Después de la diligencia y el compromiso exhibidos por el personal, el director regional de Limpieza de Clece asegura sentirse “orgulloso de que lo hemos dado todo”.