No es habitual que los directivos critiquen abiertamente a las empresas de su propio sector, y tampoco a las que externalizan los servicios. Antonio Catalán lo ha hecho, y no solo ha arremetido contra los que recurren a la práctica de contratar fuera tareas como la limpieza para ahorrar costes. También ha puesto el foco en una reforma laboral que se traduce en empleos más precarios para el personal que trabaja en los hoteles, entre ellos las sacrificadas camareras de pisos. “No se puede pagar tres o cuatro euros por habitación”, dijo el presidente de AC Hotels by Marriot este miércoles.
Quizá suena a exageración, pero el panorama que describe es tan real como la experiencia de Rosa, una camarera de pisos en prácticas que tardó tres años en aprender a arreglar habitaciones a cambio de 530 euros al mes. Los empresarios han buscado todas las vías que la legislación actual les permite para recortar los costes y mantener así las expectativas de beneficio durante y después de la crisis, como despedir a los trabajadores de plantilla y sustituirlos por empresas multiservicios que pagan a sus empleados hasta un 40% menos. “Si hay que ganar más a base de sacrificar al personal, prefiero que ganemos menos”, apuntó Catalán en una intervención inédita.
Y sacó pechó al garantizar que AC Hoteles no externaliza este servicio porque “aceptar eso supone un deterioro del producto y de la imagen”, opinión que comparte el investigador especializado Ernest Cañada. La calidad del servicio puede irse a pique en un país que depende del turismo, pues “las empleadas están sometidas a una carga de trabajo brutal y a mucha presión”. Una presión que marcan sueldos de entre 1,5 y dos euros por cada habitación en algunos casos, como ya contó este periódico.
“Hay hoteles que despiden a su servicio de limpieza —que antes cobraba unos 1.000 euros— y lo vuelve a contratar por el salario mínimo (648 euros al mes). Así funcionan las externalizaciones”, explican fuentes de organizaciones profesionales a este diario. Y citan a cadenas como NH Hoteles (casualmente fundada por Antonio Catalán), Hospes, de Alicia Koplowitz, o Meliá —excepto en establecimientos de alta gama— como ejemplos de empresas que se apuntaron a esta moda en su momento. Otros como Casual terminaron dando marcha atrás en la medida “al ver que no salían las cuentas”.
Algunas camareras cobran entre 1,5 y 2 euros por arreglar una habitación.
Pepi es de las pocas que han resistido con un contrato fijo en un hotel de Torremolinos, y se siente afortunada. “Están desahuciando a las camareras de su hotel. Te arrancan de tu familia para volverte a contratar con salarios inferiores y el doble de trabajo”. Las más vulnerables son las eventuales, pues se enfrentan cada día al temido ‘o lo tomas o lo dejas’. No obstante, fuentes sindicales aseguran que ya hay empresas con problemas para encontrar personal de limpieza dadas las penosas condiciones laborales que ofrecen.
Catalán aboga por plantillas estables con empleados “bien pagados”, y carga contra una Administración benevolente con los hoteles. “Hoy puedo despedir pagando 20 días por año y empezar a subcontratar. Es lo que hacen los que explotan a las camareras de piso, y lo digo con todas las letras: explotan”. Las organizaciones profesionales consultadas por este periódico aplauden estas declaraciones públicas, ‘rara avis’ en un sector donde “ningún directivo se atreve a navegar a contracorriente”.