La necesidad agudiza en muchos casos el ingenio. Así le pasó a Ángel Sánchez y a Guadalupe Gutiérrez, una joven pareja asentada en Torrrecillas de la Tiesa que trabaja de forma intensa para poner en marcha un servicio de limpieza de granjas avícolas novedoso en la región extremeña.

La idea surge del esfuerzo que tienen que hacer de forma periódica cada vez que tienen que limpiar de forma exhaustiva su granja de pollos, situada en el término municipal de esta población cacereña (1.100 habitantes). Sánchez recuerda que invierten mucho tiempo en llevar a cabo este trabajo sin poder descansar hasta que llegue otra camada de pollos a sus instalaciones. Reconocen que es una labor sacrificada. «Es un problema que tienen todas las explotaciones y por eso comenzamos a dar forma a nuestra idea», explica.

 

Ambos señalan que su propuesta es innovadora por dos motivos. Uno de ellos es porque no existe en la región, ni en muchas otra partes de España.

El trabajo ideado seguirá un protocolo, con el fin último de garantizar que la carga microbiana sea lo más cercana a cero
La segunda razón se debe a que van a utilizar un método diferente para esa limpieza de naves así como para la desinfección y desinsectación. Para ello, han acudido a una empresa de Zaragoza. Contarán con un camión especial con un depósito para el agua, así con un motor de presión. Con mangueras exclusivas, se limpiará con agua a presión las instalaciones. Además, habrá un sistema innovador para aplicar distintos productos de limpieza para que esa tarea sea mucho más eficiente de lo habitual.

Toda esta labor seguirá un protocolo, con el fin último de garantizar que la carga microbiana sea lo más cercana a cero, explica Guadalupe Gutiérrez, que será la encargada de dirigir la nueva idea empresarial, que llevará el nombre de ‘Alcidae’. «Hecho este trabajo no se comienza la crianza hipotecados con la presión de gérmenes sobre los animales, que pueden mermar su capacidad productiva y, lo que es más importante, llegar a tener problemas en la salud pública», apunta.

Ángel Sánchez recuerda que ahora suele tardar entre cuatro o cinco días en limpiar su nave correctamente con hidrolimpiadoras. Con el sistema propuesto, puede emplear entre cuatro y seis horas, dependiendo de las dimensiones de la granja, ya que se utilizarán herramientas más potentes y eficientes. «Con todo ello, conseguimos que el granjero tenga más tiempo libre, con mejores resultados y, por tanto, le damos una calidad de vida», apunta.

 

La propuesta no solo se queda en esa limpieza. Una vez finalizada, se recogerán muestras para llevarlas a un laboratorio y hacer un cultivo microbiológico de las superficies tratadas para asegurarse de la efectividad del tratamiento. Si no se consigue el resultado esperado, se corrigen o actualizan protocolos, añade la responsable.

Para la puesta en marcha de este proyecto, estos jóvenes emprendedores cuentan con el asesoramiento del Centro Integral de Desarrollo ‘iNovo’ de Trujillo, dependiente del Ayuntamiento. «Nos han ayudado mucho, nos guían y nos señalan los pasos que tenemos que seguir para que la iniciativa vaya con cabeza y se arriesgue lo menos posible», señala Ángel Sánchez. De hecho, ya se ha hecho un estudio de mercado para poner en claro los números. Considera que mercado hay suficiente. Prueba de ello es que en la región se cuenta con 280 explotaciones, muchas de ellas con más de una granja.

El proyecto ya está en un proceso muy avanzado y se espera que dentro de poco tiempo entre en funcionamiento. Ahora, están a la espera de la ayudas europeas a través del grupo de acción local Adicomt. Ya tienen clientes esperando para recibir este novedoso servicio, tanto de Extremadura como de fuera de la región.

Este servicio supone un nuevo avance en el trabajo diario que tiene esta pareja con su granja. Sánchez recuerda que proviene del mundo de la construcción, donde estaba junto a su padre. Cuando comenzó a caer el volumen de trabajo con el ladrillo, decidieron dar un giro a su vida profesional. Tras ver diferentes explotaciones, decidieron montar una granja, una idea que manejó el progenitor cuando era joven.

 

«Conseguimos que el granjero tenga más tiempo libre, con mejores resultados y le damos una calidad de vida»
Los trámites comenzaron en 2012 y en diciembre de 2013 se inició la construcción de la nave. La primera camada de pollos, procedente de la empresa Veravic, entró el 18 de agosto de 2014. Recuerda que esta sociedad suministra tanto el pienso como los animales. En su caso, son 23.000 ejemplares recién nacidos más un dos por ciento por las posibles bajas que se puedan producir los primeros días. Poco a poco, los animales crecen. Sánchez defiende este sistema, ya que es todo natural.

Este emprendedor indica que los inicios fueron complicados porque supuso una inversión muy grande. Una cosa que tenía ganada es que disponía de terreno propio. A partir de ahí, se contrató personal para hacer las obras de albañilería. Después, se puso la instalación con la maquinaria necesaria para tener todo automatizado. «Es importante tenerlo así, porque si no tienes que vivir con los animales durante todo el proceso». Recuerda que un aspecto necesario es vigilar la temperatura. Cuando llegan los pollos recién nacidos a la explotación necesitan más calor. Una vez que van creciendo, la temperatura se baja y se da más velocidad de aire para que puedan respirar mejor. Ángel Sánchez hace hincapié en que es vital vigilar los grados de la nave para evitar que los animales se constipen. Detalla además que, según los días y el tamaño de los pollos, se va dando un tipo de pienso u otro. Es importante que tengan fácil acceso a la comida y al agua. Insiste en que todo este trabajo está automatizado para tener un mejor control.

Por tanto, la labor de este granjero es estar pendiente del cuidado y la evolución de estos pollos para que vayan engordando y estén en perfectas condiciones para rendir al cien por cien. Eso sí, una o dos veces al día hay que retirar las bajas. Detalla que se producen por diferentes circunstancias. Recuerda que les pagan por índice de conversión. Es decir, lograr hay que lograr que «a menos pienso, esté más gordo el pollo. Si ahorramos, esa es nuestra ganancia». Esta tarea se consigue con unas buenas prácticas, detalla.

El cliente final requiere los pollos con 2,800 kilos, que es el peso que se suele conseguir cuando pasan unos 40 días. Una vez obtenido ese objetivo, la integradora los recoge. A partir de ahí, se comienza ese proceso de limpieza para recibir una nueva camada.