Ese párrafo está incluido en el convenio colectivo de las conservas, semiconservas y salazones de pescado firmado en el 2016
Por si no lo sabían en algunos sectores económicos «el conserje es el que tiene bajo su mando a los porteros y otros subalternos, así como a las mujeres de la limpieza, vigila la actuación de dicho personal, cuidando de su disciplina y de la distribución del trabajo, siendo responsable, además del ornato de los locales a su cargo».
No, no han entendido mal, no hay ningún error. El párrafo que nos transporta a través del recuerdo a las décadas próximas a la Guerra Civil está incluido en el convenio colectivo de las conservas, semiconservas y salazones de pescado firmado en el 2016 y publicado el 25 de enero del 2017. Quizá piensen que es incomprensible que a estas alturas del siglo XXI se puede escribir y dejar constancia en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de semejante frase (el conserje se hace cargo de las mujeres de la limpieza), que como poco suena discriminatoria, es propia de un régimen paternalista y vejatoria para las trabajadoras.
Fuentes sindicales consultadas explican que este es el típico caso de «la masculinización que todavía existe en algunos convenios colectivos», donde esta característica suele ir de la mano de otra: la minusvaloración de la mujer. Argumentan que históricamente se concebía el trabajo masculino como «el importante», mientras que el femenino era «una ayuda» para la casa. Es en este contexto, argumentan las mismas fuentes, donde se entiende que hace no muchos años se pudiera constatar que «el patrón tuviese la obligación por convenio de darle una dote a una de sus trabajadoras porque ‘se le iba a casar’». Teniendo en cuenta que los convenios colectivos los firman la patronal y los representantes de los trabajadores, uno cae en la cuenta que las dos partes tendrán responsabilidad en que este tipo de artículos anacrónicos estén actualmente en vigor. A modo de descargo, desde las centrales consultadas señalan que estos puntos de la reglamentación son fruto de esos momentos duros en los que no se cambia nada del marco legal y las partes se centran solo en cuestiones salariales.